Conforme ha ido escalando la espiral de violencia e inseguridad en el país, el rol del Gobierno Nacional es cada vez más nulo, mientras tanto, la ciudadanía debe sortear con el creciente temor y desesperación ante el abandono.
Es inconcebible tanta indolencia e inoperancia que en las actuales circunstancias ha desesperado a la gente, aunque no debemos olvidar que actitud similar sentimos durante el Gobierno de Lenin Moreno en tiempos de pandemia.
El abandono se ve reflejado en las cifras económicas. Según el Banco Mundial, un síntoma de recuperación de los países es que logren indicadores pre pandemia, eso no pasa con Ecuador, que muestra incremento del empleo inadecuado e incremento exponencial de la inseguridad, que convierte al país en poco recomendable para inversiones. Lo dicho acompañado de una profunda crisis social, ha provocado la segunda ola migratoria más grande de la historia.
Miles de ecuatorianas y ecuatorianos están cruzando las fronteras y bosques arriesgando sus vidas, otros han fallecido en el intento por llegar a países como Estados Unidos. La salud mental es otra deuda pendiente cuyas secuelas tienen que ver con los efectos de la pandemia así como de la incertidumbre producto del incremento de robos a mano armada, sicaritos, entre otros. El discurso del gobierno nacional saliente es que basta con mantener una alta reserva internacional en bancos suizos, garantizando los pagos de la deuda con el FMI y a los tenedores de los bonos que son los mismos contados banqueros y grupos de poder económico, sin darse cuenta que ese dinero debería invertirse en el país. El estado no solo contrata personal administrativo, de hecho, el grueso de funcionarias y funcionarios son policías, militares, médicos y docentes, sin embargo, es lo público el generador de empleo mediante la obra pública o el mantenimiento de la existente, eso tampoco pasa. La salud pública está totalmente abandonada, la educación también en estado crítico con planteles destruidos, y decenas de unidades educativas abandonadas, no hay cupos para los estudiantes en la educación superior, la migración cada día creciendo sin importar el peligro de salir del país irregularmente.
La seguridad merece mención especial, la explosión delincuencial con niveles de violencia nunca antes vistos en las cárceles y las calles, está afectando la cotidianidad, llegando en corto tiempo a afectar al sector privado afectando a la actividad económica, los negocios cierran temprano, no hay regularidad comercial, el turismo está afectado y la tensión y temor de la ciudadanía configura un estado de tragedia nacional, Ecuador no es un país en paz.
Las expectativas alrededor de los gobiernos locales es una responsabilidad. La ciudadanía no puede ni debe asumir las responsabilidades del estado. La organización barrial es parte de la solución, pero no basta cuando las patrullas no sirven o no hay suficiente personal para cubrir las necesidades cantonales. Es tiempo de dejar de buscar culpables o excusas y hacer lo que manda el sentido común: cuidar a la gente y devolverle el Buen Vivir que constitucionalmente es su derecho.
Las expectativas alrededor de los gobiernos locales es una responsabilidad. La ciudadanía no puede ni debe asumir las responsabilidades del estado. La organización barrial es parte de la solución, pero no basta cuando las patrullas no sirven o no hay suficiente personal para cubrir las necesidades cantonales. Es tiempo de dejar de buscar culpables o excusas y hacer lo que manda el sentido común: cuidar a la gente y devolverle el Buen Vivir que constitucionalmente es su derecho.
Periódico Tierra Grande