Imagina un día en el que, al revisar tu cuenta bancaria, te enfrentas a la desaparición de todos tus ahorros destinados para la jubilación, la tan ansiada entrada para comprar tu propia casa o el dinero necesario para cubrir tus gastos mensuales. «Disponible para retirar: 0 sucres», rezaba el mensaje que millones de ecuatorianos encontraron en las ventanillas bancarias en marzo de 1999.
En medio de la peor crisis económica de la historia ecuatoriana, el gobierno tomó medidas drásticas al decretar el denominado «feriado bancario» y congelar las cuentas. El sucre, la moneda nacional, se depreciaba a un ritmo alarmante, pasando de 7,000 sucres por dólar a 19,000 en apenas una semana.
Frente a esta situación, el 9 de enero de 2000, el entonces presidente Jamil Mahuad tomó la decisión más radical: abandonar la moneda nacional, el sucre, y adoptar el dólar estadounidense. Las consecuencias inmediatas fueron devastadoras para la mayoría de los ecuatorianos.
El malestar generalizado se manifestó en un levantamiento indígena, y la intensa presión social culminó con la destitución de Mahuad el 22 de enero de 2000. Aunque en ese momento la dolarización generó diversas opiniones y un fuerte impacto, hoy, dos décadas después, resulta sorprendente que sea muy popular entre la población ecuatoriana.
En la actualidad, escasean los políticos en Ecuador que aborden la posibilidad de un retorno al sucre. La discusión en torno a la desdolarización prácticamente no figura en la agenda política.
Este escaso interés se debe, en gran medida, a que el sucre evoca para muchos ecuatorianos un pasado marcado por la crisis económica y la constante devaluación que sumió a millones en dificultades financieras. En contraste, el dólar representa un símbolo de estabilidad, una moneda sólida gestionada «desde fuera». Al menos, eso es lo que sostienen algunos economistas, subrayando que esta percepción es clave para el éxito continuado del dólar entre la población ecuatoriana.
De acuerdo con la última encuesta realizada en el país sobre este tema, con datos de 2015, un contundente 85 % de los ecuatorianos afirmó respaldar la dolarización. Este respaldo masivo sugiere que la población percibe al dólar no solo como una moneda, sino como un ancla de estabilidad que ha ganado confianza a lo largo del tiempo.
Fuente: Banco Mundial, Banco Central del Ecuador, El Comercio.